"El director" de Gustavo Ferreyra (Godot, 2025)
- José Henrique
- 29 abr
- 3 Min. de lectura

Esta novela que saliera en 2005 por Losada, fue reeditada este año por Ediciones Godot con prólogo de Martín Kohan.
Me atrevo a decir que es la "Lolita" de Ferreyra. Una máquina aceitada de provocación, un estilete proustiano que termina hiriendo el corazón del lector. Porque a diferencia de Nabokov, que en la primera parte, construye un héroe digerible con quien el lector se emparente, para, a partir de la segunda, atrapar y delatar al lector en su cinismo, al menos nos otorga cierta distancia, ya que somos espectadores de su alegato público. En cambio Ferreyra redobla la apuesta ya que el personaje sólo comparte la justificación de su pedofilia con el lector en la intimidad de su monólogo interno, arrojándonos ya no a la mera contemplación del discurso autojustificativo sino a la complicidad misma. Nadie más se entera, solo el lector.
La novela está estructurada con tres líneas narrativas. El monólogo interior del director, que nos susurra al oído a modo de diario confesional, desde 1966 hasta el 2006 (nótese que sale en 2005), puesto de forma aleatoria y no cronológica; el texto de la novela que el director escribe y le publican en 2005 (!); y las voces del pasado, presente y futuro que buscan y se disputan a ese muchachito perdido que es "el destino".
Bien, ahora desglosemos por partes, este todo demoledor y frustrante a lo Arlt. La "normalidad" y "moralidad" de las clases medias es lo que pone en juego y serán dinamitadas sin contemplación con un sin fin de "crosses a la mandíbula", hasta dejar al lector en la lona.
El personaje es un director de escuela pedófilo, de manual, con todas sus justificaciones a cuesta. Pero prestemos atención a la trampa cazabobos que nos tiende el texto de la novela escrita por el director. Este texto, sería como su alegato público, su salir del coset (y esto es literal ya que nos cuenta que la escondió en un armario para que su madre no la encuentre, pues piensa intentar publicarla cuando ésta se muera y efectivamente así lo hace). En este punto nosotros lectores, que vamos por la mitad del libro, abrigamos la esperanza de poder desresponzabilizarnos cuando salga a la luz el horror y sumarnos en patota para apalearlo junto a los lectores ficcionales que juzguen la novela, pero nada de esto pasa, porque la misma, una vez publicada, no le mueve un pelo a nadie, ni siquiera al círculo íntimo de padres, maestras y autridades educativas, donde el director ejerce. No se produce el juicio reconfortante que nos permita, como lectores, lavar las culpas por haber disfrutado de la novela. Nabokov le concede eso al lector, Ferreyra no. Nos deja tirados en la lona. Uno podría decir que no hay juicio a las juntas que le permita a las clases medias lavar su conciencia por haber hecho la vista gorda, y me permito la metáfora, porque la actitud de éstas en la dictadura atraviesa la novela constantemente.
Una última nota con respecto a las voces de pasado,, presente y futuro, que, como si vinieran desde el olimpo interrumpiendo el relato, nos van a seguir apaleando. El futuro está seguro y empecinado en asediar y asesinar al destino. Se jacta y en su desaparición, cree la victoria asegurada. "Veni, Vini, Vinci" afirma en cada arranque. Ese futuro heroico y prometedor capaz de sortear y revertir todo destino prefijado, toda la perorata triufalista de las clases medias de forjar su propio destino, va a ser lapidada en este diálogo temporal, se va a ir descomponiendo, fracasando y entregándose al insignificante muchachito que perdido, terminará encontrando a su padre.
Esto va por mi cuenta, las clases medias, por más subida a un pony que esté su visión de futuro, está condenada a fenecer y a postrarse a los pies del destino que impongan las dos grandes clases en pugna. ¿la arrastrará el fascismo? ¿la arrastrá la Revolución? Veremos, pero seguro irá corriendo a que le resuelvan la crisis.
En fin... la novela es exquisita, resistan todas las provaciones, bánquense cada uno de los golpes y léanla, no los va a defraudar...
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