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"Aniquilación" de Michel Houellebecq (Anagrama, 2022)

  • Foto del escritor: José Henrique
    José Henrique
  • 6 sept
  • 2 Min. de lectura
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En su momento, cuando abordé la lectura de Houellebecq (Plataforma, Sumisión y Serotonina) no me pareció un autor muy interesante. Novelas mediocres, con ínfulas de provocador, pero que no le llega ni a los talones al cross a la mandíbula de El juguete rabioso que Arlt publicara hace casi cien años. Recuerdo que me dije "¿éste es el gran autor de la literatura europea que tanto incomoda? ¡Qué mal que está esa literatura!". Dejé de leerlo y archivé estas tres novelas en un estante de mi biblioteca para que junten polvo. Pero, siempre hay un pero, el verano pasado, con el tiempo que regalan las vacaciones para poder derrocharlas en lecturas, me topé con su novela Las partículas elementales. Voy a ser sincero, me gustó mucho, no sólo está bien escrita, es inteligente y construye muy bien los personajes, sino que lee, en 1998 (el año en que sale), con una agudeza increíble, el eje del fin de época que se avecinaba. Lo hace por derecha, desde una posición conservadora ataca, con una ironía muy aguda, la descomposición de la alianza liberal/socialdemócrata que reinó el mundo de los '70 para acá y en dinámica, decreta su fin. Desnuda esa baba posmodernista e hipócrita (cuidándose de no discutir con el marxismo, simplemente lo excluye, lo considera muerto) que hunde a la humanidad en un lodo pantanoso e individualista, con su fin de la historia. Claro que apela a la religiosidad como ordenador de comunidad y a la reconstrucción de la identidad nacional, arrebatadas por "el gran reemplazo" de la inmigración, producto de la globalización. Es una mirada, como ya dije, desde el conservadurismo anti liberal, pero, de alguna manera anuncia el fin de esta alianza y el surgimiento de las ultraderechas. Es una novela interesante para disfrutarla agarrándose a las piñas.

Entonces agarré Aniquilación, tenía ganas de subirlo al cuadrilátero para fajarme un rato. Hoy, en medio del ascenso de esa ultraderecha, me lo imaginé agrandado como campeón defendiendo la corona conquistada. Y me encontré con una novela insulsa, agotada, deshilvanada, sin siquiera una pizca de pólvora. Dando vueltas sobre su ego sin mucho que decir. No vale la pena agregar mucho más sobre esta novela, francamente, para el olvido.

Recomendación: Lean sin falta Las partículas elementales, y si llegaron a comprar algún otro libro de él, déjenlo perdido en el estante más oscuro de su biblioteca.


Nota al pie: La traducción de Anagrama es tan pésima como nos tiene acostumbrado. Dos conclusiones con respecto a esto: 1. Los españoles nunca van a dejar la insufrible escuela literalista. 2. Qué grandes traducciones que están haciendo las editoriales independientes en la Argentina.

 
 
 

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