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"Cobra Kai" o cómo domesticar a su padre rebelde “Karate Kid”

  • Foto del escritor: José Henrique
    José Henrique
  • 13 abr
  • 5 Min. de lectura


Por fin terminé de ver la serie de Netflix “Cobra Kai”. Creo que mi enojo me sostuvo frente a la pantalla. Hubo un momento que me vi, frente al televisor, haciendo la famosa grulla de Daniel San, para patear el aparato y que esos dos monigotes desaparecieran de mi vista.

“Cobra Kai” apela astutamente a la “nostalgia” de una generación para lograr cambiarle radicalmente el contenido a una de las películas para adolescentes más rebeldes y contestatarias que se hicieron en los reaccionarios ’80. Esta década Reaganista-Tatcherista, cuyo objetivo central fue una ofensiva neoliberal que permitiera terminar de cambiar la relación de fuerzas favorable a los trabajadores producto del ascenso de fines de los ’60, necesitaba sacar de la cabeza de las masas, la idea que había dejado la derrota de Vietnam, que el imperialismo podía ser derrotado por un pequeño país semicolonial. Malvinas, en 1982, fue esa señal física al mundo, que abrió el camino para que en los ’90, se instalara la idea de la invencibilidad del mismo.

Dicho esto como marco, volvamos a “Karate Kid” (1984) de John G. Avildsen. ¿Por qué digo que esta película para adolescentes fue, en su género, la más rebelde y contestataria que se hizo en esa década? Cuyo tema central es la denuncia de la violencia guerrerista de USA en el mundo y que esta violencia estatal es la que se refracta, a todos los niveles, al interior del país.

Arranquemos diciendo que el héroe que vence, en un combate físico, es latino, pobre y recién llegado a una ciudad que no conoce (¿como un inmigrante?), oprimido y acosado por norteamericanos blancos, rubios y ricos. Que es arrastrado al combate para defenderse de las agresiones sufridas por un dojo de karatecas que lo superan en número y en estructura, Daniel San no solo no conoce, previamente, el arte del Karate (guerra) sino que no cuenta con la estructura de entrenamiento que tiene Cobra Kai. Es interesante marcar, siguiendo con esta gran metáfora que plantea la película, que el entrenamiento de donde Daniel San saca sus saberes, es por medio de los trabajos más flexibilizados que por lo general llevan a cabo los inmigrantes, lustrar autos, pisos, pintar cercas, etc., etc., este no es un detalle menor.

Sigamos, porque los guiños del film se ponen más interesantes y provocadores. Tengamos en cuenta que se estrena en 1984, la derrota de Vietnam estaba bastante fresca y más al interior de USA. “Karate Kid” usa la exitosa figura de buenos y malos que Hollywood explotó hasta el cansancio para estigmatizar a sus “enemigos”, para cambiar brutalmente los roles. No sólo es latino vs blanco norteamericano, sino que es asiático (Mishagi) vs Héroe de Vietnam, y blanco. Si se fijan bien en el dojo hay un afiche del entrenador de Cobra Kai con su uniforme de boina verde al estilo Rambo, película icónica que marca esta década (1982). Acá vemos esta primera inversión de los roles que venía instalando Hollywood. Uno podría entender que con respecto a su crítica a Vietnam se esté apoyando en un amplio sector antiguerra que se manifestó en USA. Pero la película, en su provocación antiguerrerista va mucho más allá se mete con un tema casi prohibido, el rol de USA en la segunda guerra mundial. Hay una escena épica en la película, Daniel San llega a la casa de Miyagi y lo encuentra borracho vestido con un uniforme americano de la segunda guerra, en la mesa hay una foto de su mujer embarazada y periódicos de la época. Daniel San no entiende cuando Miyagi le dice “Bansai” (grito de guerra japonés), cree que se está refiriendo al cariñoso y pacífico “bonsai” que como un símbolo de paz y armonía Miyagi venía enseñándole a cultivar. Miyagi se enoja y le grita “Bansai, no bonsai”. El espectador se prepara para una crítica al guerrerismo japonés y el bombardeo a Pearl Harbor, más teniendo en cuenta que señala la foto de su mujer muerta y está vestido con su uniforme americano, pero no, ahí la película, desde mi punto de vista, arroja toda su osada provocación contra el guerrerismo de USA. Miyagi, borracho, señala la foto de su mujer embarazada y dice “primer americano Miyagi esperando nacer...” detrás se ve un periódico de la época que deja ver en su título “JAPANESES AMERICANS IN...”, luego emula un diálogo con su superior que le da órdenes para matar alemanes y él dice “Sí señor” hasta que rompe en lágrimas y dice “Tierra, Libertad, País libre. La dejaron morir, la dejaron morir...” y Daniel Sun que no comprende, igual que los espectadores, lee el periódico en voz alta “El ejército transfiere japoneses a Manzanar”, ahí nos enteramos que pierde a su hijo porque se niegan a darle atención a su mujer que está detenida en los campos de concentración armado para los japoneses/americanos en Hawaii, mientras él está en el frente en el ejército norteamericano. No sé qué película de Hollywood osó una crítica de este calibre al “ejército democrático” de la segunda guerra, y menos en una para adolescentes y jóvenes. Además de la provocación de instigarlo a beber whisky llevando implícita la crítica de que si a un joven lo mandan a la guerra, como le va a estar prohibido beber.

Vayamos a la serie “Cobra Kai”, desde su estética, la verdad es que no hay mucho para marcar ya que sus recursos cinematográficos son muy pobres. Pero tiene un sólo elemento que la hace muy potente para que impacte sobre gran cantidad de público. Apela a la nostalgia de toda una generación y a la memoria del shock generado en esos jóvenes, hoy adultos, por “Karate Kid”. El mismo que generaría una foto del Che Guevara en una remera de, pongámosle, Versace.

“Cobra Kai” se apropia del espíritu rebelde del film para cambiarle totalmente su contenido, pensemos que en medio del brote de odio racial en USA, esta serie nos muestra a un latino totalmente integrado y exitoso comercialmente (cómo contrasta con las palabras de Miyagi, “Tierra, Libertad, País libre. La dejaron morir, la dejaron morir...”), frente a un blanco americano, empobrecido y sin empleo, que es rechazado al buscar trabajo porque no maneja la tecnología. El adolescente malo de Karate Kid, hoy héroe en la serie, se asemeja mucho al trumpista blanco pauperizado por la “globalización”, frente a un Daniel San demócrata tonto que no sabe cómo se gestó esta “Gran nación” que hace que hoy él disfrute de su estatus siendo un inmigrante. Ni hablar de cómo se suaviza al viejo Sensei ultra fascista, entendiendo su actitud y poniéndole cierta carga de víctima ya que haciendo flash backs, se lo muestra como a un niño blanco trabajador y honorable que fue olvidado por la sociedad después de luchar por su país en Vietnam. Todo esto se nos presenta suavizado y de forma simpática, nos proponen entender, la misoginia constante, la violencia, y los pensamientos más reaccionarios de nuestro nuevo héroe blanco que se contiene y se aggiorna un poco para que no sea tan chocante. Eso sí en la serie el tonto demócrata y el republicano aggiornado, terminan juntos resolviendo la crisis. Yo creo que por los tiempos que se vienen van a necesitar más que esta serie falopa, para frenar a una juventud flexibilizada y oprimida que intenta pararse en forma de grulla para patear el tablero de la “democracia más sólida del mundo”.

Sin mucho más que decir, les propongo, para curarse del veneno ideológico inoculado por “Cobra Kai”, que revean esa gran película que fue “Karate Kid”, después me cuentan.

 
 
 

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