"Vuelta e Ida" (Cartonera del escorpión azul, 2023) de Francisco Layna Ranz
- José Henrique
- hace 3 días
- 3 Min. de lectura

Este año nos volvimos a encontrar con Paco Layna en Vermont, y la sorpresa es que venía con su nuevo libro bajo el brazo, Nunca, mil y gigante (su obra completa en un solo tomo) editada por Editorial Dilema.
Alzo la copa y dejó acá, como festejo, algo que escribí sobre uno de sus ibros, Vuelta e Ida.

"Diez es el número traidor que impide la soledad, y no puede ni sabe saltar.”
(apuntes sobre Vuelta e Ida de Francisco Layna Ranz)
"En el principio era el Verbo", dice el hijo mudo de Alexander, en el final de El Sacrificio.
El film se manifiesta por primera vez en Cannes, en el punto que caprichosamente definimos, aquí y ahora, presente. En ese futuro próximo Tarkovsky muere; en el pasado inmediato, "Chernobil".
La poeta Susan Howe verbaliza con esquirlas de Tarkovsky. Paco Layna con algunas de Susan Howe.
A ambos lados de la frontera, la palabra fin. Así arranca su libro Vuelta e ida y nosotros reponemos casi sin querer, "Ida y vuelta" y volvemos al texto, "Vuelta e ida" y así, parados en medio, hasta el final.
Terminé de leerlo y me dejó como sujeto desarticulado, atrapado en el exacto medio, entre mi lectura y lo que quedó repiqueteando en ella después. Vuelta e ida. Ida y vuelta.
La imparidad comienza en el tres, el movimiento continuo, la terna de la elección, no una cuestión de opuestos. Principio, medio y fin, el relato. Todos los números naturales son comprobables excepto el uno.
Layna erigió una máquina pendular de sentido con este libro de poemas(?) ¿Importa?...
(continué) (continúo) (continuaré)
No propone una máquina autosuficiente y cerrada, no. Es generoso o insidioso, no sé bien. Pero la tríada de sentido, en su pendular, impacta y genera en el lector, si acepta la propuesta y pone sus lecturas, una nueva tríada de significación, y así una y otra vez. El ritmo de este poemario es infernal y se dispara hacia el inalcanzable uno... Y tres veces tres, o el último número que se escribe con una sola cifra.
Layna eligió a Dziga Vértov. Yo, lector, a Tarkovsky. Susan Howe a ambos. ¿Y el próximo que lo lea?
El mundo tríplice, el relato que se abre. El aristotélico in medio virtus se asocia a la conformidad con el propio estado, al que se llega después de largos rodeos. Es decir: llegar a ser lo que se es. Así niegan algunos moralistas el valor de la oscilación, ensalzan lo que pertenece a un centro, el ombligo, omphalos. Se regresa para confirmar la excelencia del espacio elegido, virtuoso. El siguiente paso es convertir el retroceso en un facsímil.
Para navegar estas páginas hay que desarroparse de la búsqueda del relato en línea recta. Hay que montar la ola parabólica que se arma al dar vuelta la página… y también la que se genera en su movimiento de relectura…
Siempre hubo vuelta de hoja, porque la parábola es narración de un suceso y figura geométrica curvilínea.
El siguiente paso perverso es convertir el retroceso en un facsímil. Y conservarlo como bien preciado, con sumo cuidado al pasar las páginas.
…el que no esté dispuesto a este surfeo para un lado y para otro, que ni lo intente. No encontrará el texto, llegará a un final de frases inconexas. Porque… Nadie entiende una catedral atravesada por un tren. No se olvide que florece en un espacio verbal.
Insisto: Es un libro que no funciona sin lector. Necesita que uno se apropie de esa maquinaria, y cree a partir de ella. Porque: Es un libro que podría leerse en rastro contrario, aunque no es un palíndromo. Se desarrolla en dirección, pero a la vez es texto previo, y lo que sucede es subalterno, una categoría de la causa.
Y ojo, el autor no hace trampas acá ubicándose en voz suprema, ya que no se puede entender la creación de este mundo textual sin el Layna lector… Entonces lo que leemos no debería formar parte de la continuación, ya escrita, depositada en algún lugar. Su aparición no es lugar de escritura, sino de arqueología.
Lean este librazo y a este poeta, después me cuentan.
P.D: Tengan siempre presente que: No debiera confundirnos la dirección. Solo si no impacta el boomerang regresa en sentido contrario al avance. Negar el pasado supone que los objetos serán siempre los mismos. Negar el futuro supone que acontecimiento y proceso se confunden. El presente convierte la carencia en el baile que sustituye, línea quinta, página 41.
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