A modo de introducción
Los ’90: Fin de ciclo / El retorno a la contradicción Autores: Pablo Bonavena / Christian Castillo / Marcela Croce / Andrea D´Atri / Claudio Katz / Flabián Nievas / Pablo A. Pozzi / Vicente Zito Lema Compilación e introducción: José Henrique Colección: Crítica El “sistema” es, cabalmente, lo efímero en todos los filósofos, y lo es precisamente porque brota de una necesidad imperecedera del espíritu humano: la necesidad de superar todas las contradicciones. Pero superadas todas las contradicciones de una vez y para siempre, hemos llegado a la llamada verdad absoluta, la historia del mundo se ha terminado, y, sin embargo, tiene que seguir existiendo, aunque ya no tenga nada que hacer, lo que representa, como se ve, una nueva e insoluble contradicción.(...) Pero, al final de toda la filosofía no hay más que un camino para producir semejante trueque del fin en el comienzo: decir que el término de la historia es el momento en que la humanidad cobra conciencia de esta misma idea absoluta y proclama que esta conciencia de la idea absoluta se logra en la filosofía hegeliana. Mas, con ello, se erige en verdad absoluta todo el contenido dogmático del sistema de Hegel, en contradicción con su método dialéctico, que destruye todo lo dogmático; con ello, el lado revolucionario de esta filosofía queda asfixiado bajo el peso de su lado conservador hipertrofiado.
F. Engels
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Los '90 como fin de ciclo
La oleada revolucionaria mundial abierta a finales de los '60 fue clausurada de distintas maneras, ya sea con sangrientas dictaduras militares como las vividas en el cono sur, o por medio de desvíos, entregando algunas concesiones al movimiento de masas, como en los países imperialistas. Una vez que la burguesía logró ahuyentar el fantasma revolucionario inmediato, logró avanzar durante los '80 por medio del reaganismo-thatcherismo, propinándole grandes derrotas al movimiento obrero y terminando de desarticular las Revoluciones centroamericanas. Hay que tener en cuenta, también, el gran disciplinamiento que significó para las masas del mundo semicolonial la derrota en Malvinas, donde el imperialismo logró reponerse, en parte, de su fracaso en Vietnam, instalando la idea de que estos ejércitos eran invencibles. Pero la gran frutilla del postre de todo este período de ofensiva del capital ha sido la restauración capitalista en los distintos estados obreros. No podemos dejar de remarcar que tanto en la desarticulación del ascenso como en esta ofensiva, el imperialismo ha tenido como gran aliado al estalinismo dentro de las filas de los explotados.
Desde este panorama es que los '90 –con privatizaciones, flexibilización laboral, desocupación masiva y una mayor sumisión al imperialismo– se erigen como punto cumbre del avance sobre las conquistas de los trabajadores; pero también es donde este ciclo cruje.
Como no es nuestra intención en esta introducción ahondar sobre el proceso sino bosquejar brevemente la génesis de la situación actual, podríamos decir que con “la crisis del tequila”, Chiapas en el '94, el “santiagazo” en la Argentina y la enorme huelga de los trabajadores franceses en el '95 en defensa del seguro social, por citar algunos ejemplos, empieza a manifestarse el estallido de las contradicciones que el capital, aunque seguía avanzando sobre las distintas conquistas, iba acumulando. Estos hechos constituyeron un quiebre de esa aparente tranquilidad mundial e iban poniéndole cierto freno a esta ofensiva, configurando un cambio en el estado de ánimo de las masas. Este fin de ciclo va a ir consolidándose a partir de las grandes movilizaciones de masas que tiraron abajo a los gobiernos “democráticos” en Ecuador, Bolivia y Argentina entre otros, junto con los atentados a las torres gemelas, la guerra en Afganistán e Irak, los conflictos en todo el Medio Oriente y el resurgir de las luchas obreras y campesinas. Estos elementos han vuelto a instalar en el conjunto de las masas mundiales, por lo menos el hecho de que el sistema capitalista, lejos de ir resolviendo paulatinamente los grandes problemas de la humanidad los ha intensificado, y por ende vuelve a instalarse la pregunta: ¿cómo y quién resuelve todas estas contradicciones?, esta barbarie que hay a nuestro alrededor que adopta la forma de explotación, desocupación, guerras, segregación, pobreza, hambre, enfermedades, catástrofes ambientales, etc.
El retorno a la contradicción
Como vemos en la cita de Engels que antecede a esta introducción, el marxismo se encargó ya en el siglo XIX de desenmascarar el intento ideológico de la burguesía de hacernos creer que con ella se ponía fin a las contradicciones de la humanidad. Con este postulado ideológico la burguesía encaró, en este plano, su pelea para dominar el mundo a expensas de las demás clases explotadas. Encajando, con la idea hegeliana de “verdad absoluta”, un método asistémico como la dialéctica dentro de una filosofía sistémica, quitándole así todo su filo revolucionario. Si Dios cerraba el sistema en la Edad Media será la burguesía quien lo cierre ahora, finalizando con todas las contradicciones; y sin contradicción “no hay afuera del sistema”, ni necesidad de transformación, de revolución. Pero la lucha de clases, con revoluciones por doquier, formación de estados obreros, guerras mundiales, etc., y la existencia del marxismo revolucionario, no le permitieron, a lo largo de gran parte del siglo XX, estabilizar esta ideología en la cabeza de la humanidad, dejando en crisis la proposición hegeliana del fin de las contradicciones y mostrando la necesidad no sólo de interpretar la realidad sino la posibilidad real de transformarla.
Pero las derrotas y desvíos del ascenso revolucionario iniciado en el '68; el rol jugado por el estalinismo durante décadas, desfigurando la dialéctica y el materialismo histórico, y la falta de un posicionamiento teórico político que retomara las lecciones del marxismo revolucionario, facilitaron que pudiera instalarse la lógica del “pensamiento único” y el “fin de la historia” de Fukuyama, retomando la vieja idea de “verdad absoluta” hegeliana. Veamos en palabras de Fukuyama, la forma concreta que adopta esta idea: “Lo que podrí-amos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano.”1
No hace falta argumentar mucho para mostrar la falacia que las democracias liberales se transformarían en la forma final de gobierno humano. Luego de un breve período de cierta estabilidad, los acontecimientos mundiales han demostrado, por lo menos, su aguda crisis.
Pero la intención de la burguesía no sólo ha sido borrar la idea de revolución de la cabeza de la gente sino que, sacando conclusiones de la peligrosidad de su “sepulturero”, ha intentado ir más allá, preconizando el fin de la clase obrera, quien a lo largo del siglo XX le trajera innumerables problemas, disputándole como clase el rol de conductor de los destinos de la humanidad.
Pero caeríamos en un error si creyéramos que este pensamiento ha sido impulsado sólo por la “derecha neoliberal” ya que también “la izquierda progresista” en sus distintas versiones ha suscripto a esta idea. Veamos a modo de ilustración, qué seguían proclamando los posmodernistas devenidos en culturalistas impactados por el alzamiento de Chiapas. Josefina Ludmer decía: “(...)Ahora las fronteras de las naciones metropolitanas se cruzan y caen las viejas metáforas de los 'espacios alternativos' (geográficos o personales), fuera de la sociedad o del capitalismo. Caen los '60, como dice Schwartz. No hay huida porque el flujo global no tiene afuera, sólo tiene intersticios ocupados por mujeres, gays, indígenas, marginales.(...)”2
Dos oraciones le bastaron a Ludmer para, por un lado clausurar la posibilidad de transformación revolucionaria de la sociedad, trocándola, a lo sumo, por reformas contenidas en el “sistema”; y por el otro hacer desaparecer de la escena a la clase obrera, reemplazándola por otros sujetos, motorizados por la opresión, desplazando la dicotomía central explotadores-explotados por la de opresores-oprimidos y su consiguiente atomización del proletariado como sujeto de cambio.
Por qué este libro
Desde este panorama descrito es que vemos el valor de lanzar este libro. Creemos que Los '90: Fin de ciclo/El retorno a la contradicción se apoya en tres elementos como punto de partida para disparar, de cara a los lectores y de forma polémica, un sinnúmero de apreciaciones e interrogantes.
Opinamos que las marcas y transformaciones que dejó esta época de retroceso del movimiento obrero y de masas, fueron lo suficientemente profundas en lo material y en lo ideológico como para tomarse el trabajo de analizarlas. Que los hechos antes mencionados y el resurgir de la lucha de clases, han puesto nuevamente a la “contradicción” en el centro de la escena. Y que las voces que dialogan en este libro, desde lugares y proyectos distintos, se han opuesto, durante este período, a aceptar lo que los rodeaba como natural e inmutable.
Tomando en cuenta estos considerandos es que podemos encontrar una unidad a este libro integrado por artículos muy dispares con respecto a sus posicionamientos y temáticas.
No vemos en esto una debilidad sino, por el contrario, una fortaleza. La intencionalidad está puesta en recomponer pensamiento crítico. No pensamos en esta introducción discutir cada uno de los artículos, ya que esto implicaría varios libros y he aquí nuestro objetivo; que las polémicas que surgen en este libro no se cierran en él, ni se agotan, sino que superan la instancia del libro mismo e increpan a cada lector a contestar, a acordar, a disentir o a producir. Esto, a nuestro modo de ver, aporta a la formación del pensamiento crítico, para restaurar la polémica y por ende estimular la producción.
¿Por qué optamos por distintas temáticas? Por un lado para tratar de dar cuenta de cómo lo político y la formación de ideología afectan a una innumerable cantidad de ámbitos, ya que lo ganado en el campo de batalla de la lucha de clases por la burguesía tiene que ir acompañado de una ideología que refuerce la “recaída en la inmediatez” de las clases subalternas, volviendo natural e inmutable lo que las rodea, y borrar de este modo, la génesis o el movimiento de transformación que operó para el cambio de la situación. Como lo hemos señalado antes, para la consolidación de esta “recaída” no basta con operar sólo en el plano de las ideas sino que también es necesario la materialidad de los hechos, donde no queda excluida la violencia, como hemos padecido en nuestro continente, donde toda una vanguardia que había recogido una gran experiencia de lucha, fue masacrada.
¿Con qué se va a encontrar el lector?
El lector va a encontrar que este libro tratará de ser un aporte a las transformaciones ocurridas en las últimas décadas.
Marcela Croce encarará un recorrido crítico del panorama cultural, contrastando el “boom latinoamericano”, influenciado por la Revolución cubana, con las décadas posteriores. Con respecto a esto dirá: “Buenos Aires, que en los '40 era la plaza editorial latinoamericana más fuerte y que en los '60 abundaba en producción de volúmenes y creación de públicos, en los '90 será la sede de las multinacionales del libro que comienzan a engullir a las empresas autóctonas: Sudamericana será adquirida por la fusión de Random House-Mondadori y absorbida por la discográfica BMG, El Ateneo integrará la digestión del grupo Yenny, y el Centro Editor desaparecerá por completo en 1994 después de una agonía compuesta de liquidación de saldos y recorte drástico de novedades.”
Andrea D'Atri abrirá la discusión sobre la estrategia de los movimientos feministas y la naturalización de las distintas formas de cooptación de éstos. En los '90 por medio de la oenegización, y en los nuevos gobiernos latinoamericanos incorporando figuras de este movimiento a instituciones del régimen: “(…)la cooptación que antes denostaba a las 'traidoras' que se incorporaban a un régimen cuestionable y cuestionado, hoy se muestra favorablemente como la participación en procesos de cambio, como razonabilidad, como lógica de lo posible. Y la marginalidad, que en épocas de neoliberalismo se teñía de heroicidad en la resistencia a ser 'integrada', hoy se quiere mostrar y explicar como sectarismo, irreductibilidad irracional y lógica de la abstención impoluta.”
Claudio Katz nos dará su visión acerca de los nuevos gobiernos y regímenes latinoamericanos post crisis de la ofensiva neoliberal, partiendo de esta caracterización: “Tres tipos de gobiernos predominan actualmente en América Latina: los conservadores, los centroizquierdistas y los nacionalistas radicales. Los presidentes más representativos de estas variantes son Uribe en Colombia, Lula en Brasil (o Kirchner en Argentina) y Chávez en Venezuela. (…) Indagar estas diferencias es vital para abordar un segundo problema: los regímenes latinoamericanos. Todos los gobiernos actúan en el marco de estados semejantes, pero alternan en el uso de mecanismos formales e informales de sostén político. Estas modalidades determinan la preeminencia de dos grandes variantes de régimen, que actualmente se analizan contraponiendo la república con el populismo.”
Pablo Pozzi describirá, desde su punto de vista, las transformaciones de la clase obrera argentina y su resistencia desde la dictadura hasta la actualidad, marcando tres períodos bien definidos: “El primero, entre 1976 y 1991, que constituyó uno de resistencia a los cambios propugnados por la clase dominante en el mundo laboral. El segundo, de 1991 a 1999, bajo el gobierno del presidente peronista Carlos Menem, constituyó el período de derrota de los trabajadores argentinos.(…)Por último, a partir de 1999 con el surgimiento de nuevas formas de lucha y organización como los movimientos piqueteros, las fábricas autogestionarias y el aumento de la conflictividad, podemos percibir el comienzo de un tercer período cuyas características, tendencias y posibles consecuencias son aún difíciles de definir.”
Christian Castillo por un lado nos repondrá la lucha de los trabajadores argentinos desde el “santiagazo” hasta hoy para mostrar cómo la crisis del 2001 no surgió de la nada e incluirá una descripción minuciosa de los hechos del 19 y 20 de diciembre; y por el otro, reconfirmará a la clase obrera ocupada como factor clave de la lucha de clases y la necesidad de conquistar su independencia política y elevarse al plano político. “Las 'jornadas revolucionarias' del 19 y 20, y en hechos ocurridos durante los días previos, se expresaron concentradas muchas de las experiencias protagonizadas en los años anteriores. Como dijimos en aquel momento, estas acciones 'no cayeron del cielo'.(…)
Frente a la decadencia histórica del peronismo está planteado que estos sectores puedan elevar la lucha al terreno político, para que la clase productora y más numerosa de la sociedad cuente con una herramienta capaz de torcer la balanza de fuerzas contra sus verdugos. Alentar esta perspectiva es el principal desafío de quienes nos reclamamos de la izquierda clasista y socialista.”
Vicente Zito Lema, desde categorías de la psicología social, armará una filosofía de la pobreza, tocando este tema ineludible, producto de la hiperdesocupación sufrida. Su artículo arranca diciéndonos que: “Tenemos en el filo de nuestros ojos a una década que enterró un siglo de modernidad, habilitando todas las paradojas culturales, y que desnudó con crueldad y obscenidad parejas, como pocas veces se dio en la historia del país, el cuerpo vivo, lacerado pero vivo, de la pobreza.
No fue obra de dioses alocados, o esquivos para las gracias, ni de catástrofes de la naturaleza; resultó ser el producto conciente de un Verdugo Político, cumpliendo un mandato expreso del Poder, legalizado institucionalmente, amparado y promovido bajo las togas de la impunidad.”
El libro se cierra con un artículo de Pablo Bonavena y Flabián Nievas donde remarcarán la vinculación de las contiendas bélicas a las situaciones revolucionarias y desde aquí analizarán los importantes cambios operados en la forma que adquiere la guerra a partir de los '90. Como corolario de su artículo, los autores lanzan esta interrogación provocadora: “La pregunta que surge evidente es ¿qué hace que el ejército más poderoso de la Tierra sucumba sistemáticamente ante fuerzas ostensiblemente inferiores desde el punto de vista militar? La respuesta no está en la tecnología, sino en la desadecuación entre ésta y las necesidades militares actuales. Su enorme arsenal se demuestra impotente para enfrentar enemigos 'difusos' en el marco de guerras, también, 'difusas'.”
Es desde estos artículos que conforman este libro que, si bien no agotan la multiplicidad de problemáticas, esperamos sirvan como disparador, para que los autores y lectores se lean, se contesten y en una palabra, entren en polémica. Polémica necesaria que tiene que ser el punto de inicio para recomponer pensamiento crítico, blanco ideológico predilecto de los '90.
José Henrique
1 Fukuyama, Francis, “El fin de la historia?” en www.cepchile.cl/dms/archivo_1052_1200/rev37_fukuyama.pdf. Este artículo, que fue publicado originalmente en la revista The National Interest (verano 1988), está basado en una conferencia que el autor dictara en el John M. Olin Center for Inquiry into the Theory and Practice of Democracy de la Universidad de Chicago, EE. UU. 2 Ludmer Josefina, “El coloquio de Yale: máquinas de leer fin de siglo” en Las culturas de fin de siglo en América Latina. Beatriz Viterbo Editora, Buenos Aires, 1994, pág. 10.