Todos conocen a Macri pero pocos a Nemesio...
Ilustración: https://www.instagram.com/pitocampos/
Cuando entré, todavía estaba medio dormido. Divisé apenas las siluetas conocidas de mis compañeros de trabajo, escuché entrecortado, “Macri”, “el secretario de Néstor”, “off short”, “paraísos fiscales”, “lavado de guita”, “son todos iguales”… Agarré el mate que me daban y recuerdo que empecé a tirar frases en medio del ping pong de voces, —pisadas, interrumpidas, encimadas— de toda charla acalorada. Creo que dije “es intrínseco al capitalismo”, también lancé “si no tenés el monopolio del comercio exterior, la plata se la llevan toda afuera”, chupé otro mate que me alcanzaron y recuerdo que acoté “la corrupción de la política, no es otra cosa que el pago de la patronal a los servicios prestados para garantizar su tasa de ganancia”…
En eso apareció Nemesio, un residente… Perdón, no tienen por qué saberlo, trabajo en un Hogar para la tercera edad cuyos residentes, en su mayoría, vienen de estar en situación de calle.
Decía que entró Nemesio, al que le falta parte del cuero cabelludo, porque alguien, aferrándose con ganas a la descomposición, le tiró agua hirviendo en la mollera, para afanarle dos o tres bolsas con sus pertenencias. La ley de la calle como le dicen…
Nos interrumpimos y se impuso el silencio. Nemesio estaba en su historia, melancólico y buscando alguien que lo escuche para sentir que existe, que es real, que es Nemesio con una historia a cuesta.
—¿Quiere uno…? — sonriendo con sus dos o tres dientes negros y podridos ofreció un mate, y lo agarré para no desairarlo.— Mi mamá era brava, me cagaba a palos… Andá a cortar leña, dale de comer a los chanchos, a las gallinas y si pasaba algo, ¡pan!, ¡pin!, con la boyero… en el lomo o en la oreja siempre le acertaba, ¡mierda! la puntería que tenía la vieja. Un día, yo chiquito, me acuerdo que tenía pantalones cortitos, por acá, y unos tiradores que se abrochaban con botones…, y entonces caminaba por los campos y veo en el medio de la nada una gallina, así como empollando, y no va que la levanto despacito… y llena de huevos, parece que hizo el nido lejos del gallinero… no se me da por sacarme la camisa y agarrarlos, calentitos estaban…, rajé pal rancho y los dejé arriba de la mesa, cuando entró la vieja me dijo, ¿y eso Nemesio de dónde lo sacó…? yo le dije que de una gallina que se perdió porai… ¿Dónde, Nemesio?, me dijo la vieja… porai por el campo de al lado, el de los Itubirde…, gente de plata los Itubirde… La vieja me cruzó la cara…, la mano la sentí como un rebenque, pero ojo, uno de los buenos, de los que usaban los señoritos… Me llevó de la oreja y de rodillas, devolviéndole los huevos, me hizo pedirles perdón… Después de eso me fui a la mierda—se acordaba de la madre, y porque ahora estaba solo en un Hogar de mierda, medio que amagaba a llorar pero seguía— , me fui con la abuela que me fajaba peor…
Alguno de nosotros preguntó: Nemesio ¿no volvió a ver más a su familia?
—Me vine pa la ciudad, para independizarme y hacía la cosecha en Necochea, de la arcada de entrada a la ciudad agarrábamos por la ruta que sale derechito y nos llevaban al campo, no volvíamos porque cuando terminaba la cosecha del maíz empezaba la de trigo, no tenía sentido volverse, dormíamos todos juntos en unas casillas que ponía la empresa… yo manejaba un tractor Fiat, ¡qué polenta que tenía!, el tractor arrastraba la tolva, íbamos parejitos a la cosechadora y dale que te dale, ida y vuelta, ida y vuelta y así todo el día… ¡Ja!, la cantidad que cosechábamos, ¡palimentar un mundo entero!
Nemesio se quedó como rememorando su juventud, sus músculos tensos, fuertes, todopoderosos…
Me quedé callado…, nos quedamos callados…, todos sabíamos que al otro se le había hecho un nudo en el estómago…
Nemesio ni jubilación tiene, tirado cuando sus músculos no pudieron levantar más cosecha, ni mover una palanca en ninguna fábrica y después a la calle y con suerte al Hogar, solo, sin nada, con una bolsita de nylon, un mate, tabaco para armar y yerba que le da servicio social.
Pensé, tuve suerte, no me tocó la de Nemesio, algunas migajas derramaron sobre mi historia, y cuando se fue el viejo Nemesio, descargada su melancolía, sentí cierta angustia con mi comodidad, Nemesio contó su historia y respondió de forma brutal y visceral todas nuestras frases. , “Macri”, “el secretario de Néstor”, “off short”, “paraísos fiscales”, “lavado de guita”, “son todos iguales”, “es intrínseco al capitalismo”, “si no tenés el monopolio del comercio exterior, la plata se la llevan toda afuera”. “la corrupción de la política, no es otra cosa que el pago de la patronal a los servicios prestados para garantizar su tasa de ganancia”…
Marx y Engels alguna vez dijeron algo así como que todos los productos que consumimos contienen “los tendones, músculos y el sudor de los trabajadores”, no sé si Nemesio lo sabe, pero seguro que lo siente en el cuerpo y Macri, el ex secretario de Néstor y todos los demás empresarios los depositan afuera para no pagar impuestos en el mejor de los casos.